lunes, 20 de febrero de 2012


Me giré y lo vi. Con esos ojos de color miel, su pelo despeinado y ese pañuelo que llevaba en el cabello. Llevaba una camiseta de color negro y unos pantalones rojos, como me gustaban esos pantalones... Tenía las maletas en la mano. En ese momento recordé cuando David llegó al pueblo y lo vi por primera vez. Recordé la primera vez que nuestras miradas se cruzaron y un escalofrió agradable me recorrió por todo el cuerpo. La primera vez que me habló y las palabras que pronunció: "Hola guapa, sabes donde esta la calle Catalunya?". Recuerdo que lo acompañe, que nos hicimos amigos, y fue mi primer amor de verano. Recuerdo que me cantaba al oído y me susurraba que me quería. Recuerdo cuando nuestros labios se rozaban acabando en un beso. Me hacía reír y me consolaba cuando estaba triste. Con él había pasado las mejores mañanas, tardes y días de mi vida. Sentados en el parque, en el cine, en su casa o en la mía, siempre lo pasábamos en grande.
Y ahora todo se había acabado. No me podía creer que ya estuviéramos en septiembre, que el verano se hubiera acabado. Ya llegaba el tren y se tenía que ir. Existía el Facebook, los móviles y el Mesenger pero, no sería lo mismo. No podría sentir su calor al calmarme y abrazarme. Lo echaría mucho de menos. Me cayó una lágrima por la mejilla, el tren ya arrancaba, me dio un beso desde dentro del tren y vi como el tren desaparecía. Entonces entendí que ya no lo vería mas.

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