viernes, 16 de marzo de 2012

Era una mañana de marzo, un día precioso. Sin embargo, yo estaba encerada en una habitación. Aquella habitación era grande, pero oscura y había mucha gente. Eran chicos de mi edad, pero no eran mis amigos. Los había conocía de haberlos visto, de hecho los veía cada día en ese edificio. Ese edificio que tenía vallas para que no saliéramos de él, era un edificio cuadrado y nos obligaban a ir ahí cada día, a nadie le gustaba, pero todos íbamos. Tenía diferentes habitaciones llenas de chicos, ordenados por edades y cada hora estaba en cada habitación un adulto diferente. En las paredes de las clases había dibujos pegados para que pareciesen alegres, pero todos sabíamos que no funcionaba. Dentro de la habitación en la que estaba habían radiadores, en concreto dos, pero nunca funcionaban. Los adultos que venían nos explicaban una y otra vez las mismas cosas, pero como eran aburridas, los chicos no escuchábamos.

En esa vida todo tiene un nombre y, el de ese edificio al que a nadie le gusta ir es instituto, el de las habitaciones con chicos de tu misma edad es clase y el de los adultos que te explican siempre las mismas cosas es profesores.

PD: En el instituto no todo es malo, la hora del recreo, correr y/o gritar por los pasillos, la hora de comer, si en clase tienes algún amigo pasarte papeles en clase, etc. No son muchas las cosas buenas, pero hay que saber verlas y saber apreciarlas.


-------------------------------------------------------------

Bloggers!
Lo siento mucho! Hacia mucho que no publicaba una entrada algo larga, he estado muy liada, entre que ahora tengo conciertos de flauta travesera y todo no he podido. Os pido disculpas.
Y ya sabéis, si tenéis alguna duda, pregunta, sugerencia, etc. enviadmela en alguno de estos sitios:
unaprincesadeciudad@gmail.com
Y seguidme en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario