domingo, 4 de noviembre de 2012

Una casa, un secreto




“Hoy era el día, el día que habíamos preparado durante tanto tiempo, la noche de miedo del 2 de agosto. Mis amigos y yo llevábamos pensando en eso durante más de un mes, preparándolo todo para pasar la noche más terrorífica de nuestras vidas (en realidad, solo queríamos ir a una casa abandonada que todo el mundo decía que estaba encantada).
A las diez habíamos quedado a la plaza, a unas manzanas de la casa. A las diez en punto, ya estábamos todos ahí, hasta Dani, que siempre llegaba tarde. Repasamos todo lo que llevábamos en nuestras mochilas; linternas, comida, sacos de dormir, los móviles, etc. Lo teníamos todo. Nos pusimos a andar los diez bajo aquella preciosa luna llena, era una noche preciosa. Me puse al lado de Irene, las dos ya teníamos miedo y ni siquiera habíamos llegado.
Al cabo de más o menos cinco minutos, llegamos a la casa “encantada”. La verdad es que nadie se creía que estaba encantada, eso de pasar la noche en esa casa, en parte lo hacíamos para demostrar que no estaba encantada, sólo estaba vacía.
Entramos por un agujero que había en la reja que rodeaba la casa. Cuando estuvimos dentro, la miramos, tragamos saliva y entramos de uno en uno. Nos instalamos en lo que parecía ser un comedor, dejamos las cosas en el suelo, estiramos nuestros sacos y contamos algunas historias de miedo, para ambientarnos un poco. Después comimos algunas chuches que había traído Dani.
Cuando eran las doce en punto, un tic-tac misterioso empezó a sonar por toda la casa. Iván y Marcos fueron a comprobar que era... pero ya pasaba media hora y no habían vuelto, así que Ángel y Marta fuero a ver qué pasaba… Tampoco volvieron. Ya solo éramos seis, y no queríamos separarnos más, así que decidimos esperar todos juntos. Teníamos cada vez más miedo, comencé a cantar, así estaría pendiente de la canción y no tendría tanto miedo. Mis amigos se unieron y todos cantábamos.
Las horas pasaban y ni Iván, ni Marcos, ni Ángel, ni Marta habían vuelto. De repente escuchamos unos ruidos misteriosos, debían de ser los chicos y Marta. Venían de arriba. Ésta vez sí que nos separamos, tres y tres. A mí me tocó ir con Irene y Álex arriba y los otros se quedarían abajo.
Subimos por unas grandes escaleras llenas de polvo, y entramos en una habitación donde había una televisión de esas de antes encendida. Miramos y era de esas que tenías que poner una moneda para encenderla, si habían sido los cuatro que no habían vuelto, se habían pasado, estábamos preocupados por ellos.
Apagamos la tele y nos dispusimos a volver abajo, pero vimos una silueta, por la ventana. ¿Sería un fantasma? No, yo no creía en esto, no creía en los fantasmas. Hice como si no lo hubiera visto y volvimos abajo. Pero los otros no estaban… ¿Dónde habían ido? Les dijimos que no se movieran de ahí. Mi preocupación cada vez iba aumentando y me puse a pensar en donde podían estar. Volví a la realidad cuando noté que tiraban de mi y vi a Irene muy asustada y Álex señalando humo, mucho humo. Venía de las habitaciones de arriba. Corrimos hacia la puerta, pero alguien la había cerrado. ¡Eso era imposible! Esa casa había estado abandonada desde que…. Siempre que he vivido aquí ha estado abandonada, o sea, al menos catorce años. ¿Por qué nos pasaba eso a nosotros? ¿Quién había tenido esa “magnifica” idea de pasar una noche en esta maldita casa?
Irene, Álex y yo empezamos a dar patadas a la puerta con esperanzas de que se abriera, pero era inútil, la puerta era muy gruesa. ¿Cómo habíamos entrado antes? No era por aquí... Lo recordaría.
 El humo cada vez estaba más cerca de nosotros, y con él las llamas. De pronto, vi una ventana, estaba en el otro lado del comedor, corrí mucho, con todas mis fuerzas. Pero me quemaba, y el humo no me dejaba respirar. Luego ya no recuerdo más.” - Ahora estoy en el hospital, dicen que quedé inconsciente por el humo, luego vino la policía y los bomberos y me sacaron de ahí. Eso es lo que me dice y me repite mi familia cada cinco minutos. Álex e Irene también están aquí, como yo en las camas del hospital, no sé si ellos se quedaron inconscientes. Cuando se vayan todos, les quiero preguntar qué fue de los demás. Tengo que descubrir qué pasa con esa casa, quiero descubrir su secreto.