lunes, 3 de junio de 2013

Día 2


Me siento sola, deprimida, incomprendida. Quiero dejar la mente en blanco, alejarme de los problemas, no pensar en nada pero me es totalmente imposible pasar más de cinco segundos sin inundar mi cabeza con dudas. No sé qué debo hacer.
Quiero volver unos cuantos años atrás, cuando no tenía problemas. Cuando era feliz.  Esos tiempos en los que existían las hadas y las princesas. Esos tiempos en que todos éramos amigos y no sufrías por amor. No te criticaban por tu aspecto ni por lo delgada que estás. Estos tiempos que ya no están.

Ahora todos quieren hacer guerras de pintura roja, me esperan en la esquina de siempre. Ellos me pintan, pero yo no puedo pintarles de vuelta. Son demasiado rápidos. Cada vez que me alcanzan me pintan de rojo, pero no de rojo pasión, de rojo sangre. Peleas que acaban como una guerra de pintura roja, en las que solo yo acabo mal, con profundos cortes hechos por sus puños. Me duele, mucho. No sé que debo hacer. No sé porqué lo hacen, no sé que les hice para que me traten de esta forma. ¿Verme sufrir les divierte? Ya no puedo más.

Hoy he decidido que se acabó, ya no más. Ya basta de hacerme daño, tanto ellos como yo misma. Nadie me puede ayudar, solo yo. Sé que siempre me decías que era una guerrera, yo contra el mundo. Que era una princesa, siempre con la cabeza bien alta. Eso se acabó, se acabaron los cuentos guerreras y princesas. A la guerrera se le ha caído la espada, y a la princesa la corona. Me rindo, no quiero seguir luchando. Ese puente. Hoy por la noche. Bajo la luna. Yo. Nadie más. Nadie me puede parar ahora, mi decisión está tomada.

Te envió esta carta para que les digas a todos que les quería mucho, sólo no pude soportar la presión. No les cuentes nada de lo que pasó realmente. No les digas nada de ellos ni de las pinturas de pintura roja. Sólo diles que ellos me hacían sonreír. Quiero que una vez leída esta carta la quemes. Y olvídate de mi, será mejor para los dos.
Gracias.

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